
Desde el punto de vista emocional es una experiencia muy bonita para los padres que pueden ver a su bebé antes de nacer, conocer su carita y diferenciar sus rasgos. Esto proporciona una gran tranquilidad pues podemos ver al bebé de una forma más real, como si viéramos un vídeo, ya que en las ecografías tradicionales sólo vemos imágenes borrosas en blanco y negro que apenas sabemos diferenciar. El impacto psicológico es muy positivo.
Desde el punto de vista diagnóstico, la ecografía 4D no es más sensible que la bidimensional a la hora de detectar anomalías fetales. Por tanto, ni la ecografía tridimensional ni la que aporta movimiento suplantan a la ecografía bidimensional.
Sí aporta un análisis más detallado de la anatomía fetal por lo que es más valiosa para detectar problemas de la piel del bebé o deformidades como el labio leporino o la fisura palatina.
De todas formas, es importante saber con qué nos podemos encontrar a la hora de hacernos una ecografía en 4D para luego no desilusionarnos. Las imagenes que ofrecen los aparatos actuales son bastante nítidas pero no esperemos ver el documental de National Geographic. Es poco frecuente, pero dependiendo de la posición del bebé, la etapa de gestación y la cantidad de líquido amniótico la visualización no siempre es la ideal.